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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1451] • JUAN PABLO II (1978-2005) • UNA SEGUNDA UNIÓN DE LOS DIVORCIADOS, EN CONTRADICCIÓN CON LA NATURALEZA DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

Del Discurso Soyez les bienvenus, a  los Obispos de Bélgica, en la visita ad limina, 3 julio 1992

1992 07 03 0006

6. El año 1988, que proclamasteis “Año de la Familia”, ha dado un nuevo impulso a la pastoral familiar. En vuestras diócesis, los sacerdotes y muchas parejas se dedican a guiar a los jóvenes en su crecimiento afectivo, y a acompañar a los novios que se preparan para el importante compromiso del matrimonio cristiano. Ayudan también a las parejas en los tiempos difíciles que éstas atraviesan. Démosles las gracias por la labor que realizan incansablemente. En vuestro país, el número de divorcios no cesa de aumentar, causando a las parejas mismas y a sus hijos graves traumas y profundos sufrimientos. El matrimonio cristiano recuerda que la relación conyugal no puede basarse en la simple búsqueda del placer. Esta relación se funda en el compromiso libre y definitivo de los cónyuges. No ignoro que, en el curso de su existencia, cada pareja vive tiempos de alegría y de prueba que asemejan su historia a la experiencia pascual del Salvador, experiencia donde se funden el dolor del Viernes Santo y la luz de la mañana de Pascua. Estos tiempos son necesarios para la purificación y para la maduración del amor. Me habéis expresado vuestro sufrimiento y el de muchos de vuestros ciudadanos a propósito de la nueva legislación sobre el aborto, frente a la cual algunas personas han tenido un comportamiento valiente y profético. La Iglesia es exhortada a manifestar, a tiempo y a destiempo, la importancia de cada vida humana que nace de un acto de amor responsable, en el que los cónyuges son llamados por el Creador a colaborar en la Creación. La auténtica felicidad mana del don de la vida.

En vuestras diócesis, hombres y mujeres se dedican a aliviar los sufrimientos de los heridos de la vida y el amor, para que descubran la ternura de Dios que les permite vivir en la dignidad. Los sacerdotes acogen de corazón a los divorciados que se han vuelto a casar para ofrecerles el modo de vivir su vida bautismal. Pero esta respetuosa acogida de las personas y de las situaciones debe tener en cuenta la Palabra del mismo Jesús (cfr. Mt 19, 6). Una segunda unión está en contradicción con la naturaleza del sacramento del matrimonio, en el cual se expresa el amor indefectible de Cristo por su Iglesia. Hay que evitar que algunas celebraciones causen confusiones perjudiciales a las parejas, a su entorno y a todos los cristianos.

[E 52 (1992), 1225-1226]